domingo, 21 de noviembre de 2010

Pendiendo de un hilo

Supongo que, viendolo desde otro punto de vista, cuando quieres realmente a una persona siempre queda algo. Y que cuando intentas dejar de quererle, o pasa algo lo suficientemente importante como para intentar dejar de hacerlo, es como si fuera la típica marioneta con cuerpo de muelle y cabeza de payaso guardada en una cajita. La cierras, e intentas pasar a otra cosa. La olvidas, la dejas apartada en un rincón. Mientras, puedes estar con más personas queriéndolas como nunca creiste querer a nadie. Y que cuando ves que al final esas historias tampoco encajan, y vuelves a quedarte solo, la historia primera, aquella que dejaste encerrada, alejada en un rincón, vuelve a aparecer. Vuelve a surgir de entre todas aquellas historias que habían ido naciendo posteriormente. Vuelves a sentir que quieres a esa persona con toda tu alma, como la primera vez. Y la marioneta con cuerpo de muelle y cara de payaso sale con todas sus fuerzas de la caja una vez más.


Cuántas veces nos gustaría tener ese botón rojo. Ese que fuera capaz de hacerlo todo tan... fácil.

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